Así como un escultor requiere de materia para poder hacer espacio y que la forma pueda representarse, el escribiente requiere de espacio para que la forma escritural se plasme en la hoja y no sea solo una mancha. Esos espacios y como se distribuyen los trazos en la hoja, son reflejo de movimientos que dan indicio de rasgos singulares de cada personalidad. Son múltiples los aspectos de la psiquis que podemos observar a través de los movimientos en la letra, ofreciendo un campo de análisis amplio de la personalidad del escribiente. En el estudio de la escritura analizamos tanto lo escrito como lo no escrito, lo inscripto y lo que se escabulle entre aquello aunque dejando sus huellas, que no cesa de no inscribirse. La escritura es una manifestación simbólica que permite entrever a un sujeto que se expresa, sin perder de vista que en ese discurso lo inconsciente dice por Escrito en la letra.